Pese a lo anterior, los conflictos entre la dirigencia y los miembros del primer equipo se prolongaron hasta después del término de la etapa amateur de la institución en 1933, conllevando incluso amenazas de renuncias masivas por parte de ambos bandos. Para el encuentro de vuelta, un impecable cabezazo del “Tanque” Ramírez a centro del “Aguado” Méndez significaría el título número once para la institución.